Maritza Peguero

Llegan a los hogares como verdaderas extrañas a quienes se mira con recelo mientras a fuerza de la necesidad se van ganando nuestra confianza, pasando luego a ser las encargadas de todo y las dueñas de nada.

Son las empleadas domésticas. Término que encierra cierto aire despectivo pues pareciera que antes fueran salvajes, como los animales que nos hacen compañía, o nos cuidan y a quienes permitimos habitar nuestras casas y convivir dia a dia con nuestra familia, llegando ser en muchos casos parte importante y casi imprescindible de la misma.

Y es que gústenos o no son parte de nuestra familia, preparan y comparten nuestro alimento, nuestro techo, escuchan nuestras conversaciones y algunas veces les permitimos participar de las mismas, no como un derecho, sino como una concesion.

Conocen nuestras casas y a nuestros hijos muchas veces mas que nosotras mismas. Se ocupan de que todo este a tiempo y en orden. Deben guardar silencio cuando en el hogar todo parece estallar y es normal que los vayan dirigidos hacia ellas, como la parte mas debil de la soga, Una soga que como siempre se rompera por ese lado sin importar cuanto hayan hecho a favor de los nuestros.

“La mujer del servicio” cuidando de todos pero huerfanas de quien cuide de ellas. Dan su trabajo a cambio de un salario que apenas les alcanza para costear la educacion y alimentacion de los hijos que deben dejar al cuidado de otras personas para salir a buscar el sustento de todos.

Saben que su semana empieza el lunes bien tempranito, pero su hora de salida esta siempre condicionada a las labores pendientes o a las necesidades de “ la doña”.

Su trabajo es uno de los menos remunerados en el terreno laboral. En el nuestro como en muchos otros paises las trabajadoras domesticas, no reciben salario justo, no tienen horario fijo, no tienen seguridad social y en la mayoria de los casos no reciben sus prestaciones laborales al ser despedidas.

Esto asi porque sus patronos no optemperan a sabiendas de que estan violando quizas la unica ley que las protege, y en la mayoria de las ocasiones porque ellas mismas desconocen que tienen algunos derechos y no saben que hacer para que les sean reconocidos otros.

Los legisladores no estan interesados en hacer dictar leyes que las favorezcan, quizas por conveniencia ya que pertenecen justamente la parte opresora o porque proponer su discusion no les parece punto importante en ninguna agenda, y de lograr alguna ley que las favorezca, su promulgacion no sumaria votos en ninguna contienda. Hasta donde sabemos solo en Bolivia, luego de decadas de lucha gozan de una legislacion reguladora dirigida a protegerlas.

Pero las cosas deben cambiar ya que no hay razon valedera para que este sector de la sociedad que tiene sobre sus hombros la insigne tarea de cuidar y educar en gran medida, para que otras dispongan de tiempo para ocupar posiciones mas elevadas y perciban mejores salarios, no tenga el derecho como todos a contar con un horario de trabajo de 8 horas con su consiguiente periodo de descanso.O no tenga derecho a recibir un pago extra por el tiempo que decidan dedicar al trabajo por encima del horario normal.

No hay razon para que tengan que delegar en otros la crianza de sus propios hijos por ocuparse de los ajenos, sin que se les reconozca y remunere como es debido. No hay derecho a privarlas de su derecho a asistir al medico cuando lo requieran y si lo hacen le sean rebajadas las horas sin tomar en cuenta el poco dinero que reciben como pago a su servicio.

La educacion, o mas bien la falta de ella es lo que hace que esta fuerza laboral sea vejada y maltratada, pues desconocer sus derechos y la falta de capacidad para para ocupar otras posiciones hace que se presten hasta agradecidas a ser esclavas modernas.