Vivió en tres siglos y el mes pasado se convirtió en el hombre más anciano del mundo. Era uno de los últimos veteranos de la Primera Guerra Mundial y falleció en el Reino Unido a los 113 años de edad.
Nacido en Londres en 1896, Henry Allingham se unió a las fuerzas armadas en 1915 y luchó en el Frente Occidental de la Gran Guerra.
Participó en la batalla de Jutlandia, frente a las costas de Dinamarca, el mayor combate naval de ese conflicto y considerado como uno de los más grandes de la historia.
En la Segunda Guerra Mundial ayudó a desactivar minas alemanas en el puerto de
Harwich, en Inglaterra.
Pero durante décadas se negó a recordar la guerra, evitó reunirse con veteranos y ni siquiera compartió con su familia sus recuerdos.
Todo cambió en 2005 cuando por respeto a los veteranos decidió inaugurar un memorial de la Fuerza Aérea Real británica, en Francia.
"Vi muchas cosas que gustaría olvidar pero nunca las olvidaré, no puedo hacerlo", manifestó.
Allingham era uno de los dos únicos veteranos de la Primera Guerra Mundial que sobrevivían en el Reino Unido.